El zorro culpeo (Lycalopex culpaeus) y el zorro chilla (Lycalopex griseus), son especies protegidas por la ley de caza. Sin embargo, en la región de O’Higgins es habitual su caza, y tienen a estos mamíferos al borde de la extinción.
En el secano costero de la región de O’Higgins, existe una tradición de perseguir a estos animales con los llamados perros zorreros. Además, se observa una situación de maltrato evidente hacia estos perros, los cuales son entrenados para matar a otros animales, permaneciendo muchos amarrados todo el día y alimentados a puro pan. Es la cruda y triste realidad.
El zorro cumple funciones muy importantes dentro de los ecosistemas, como la dispersión de semillas y el consumo de roedores, entre éstos, el ratón de cola larga, portador del virus hanta, siendo quizás una de las más importantes para las personas, ya que mantiene resguardadas algunas zoonosis y posibles pandemias.
Una de las razones para efectuar la caza del zorro, es por el tráfico de su piel, aunque algunos lo practican sólo justificándolo como “deporte”. Un mal llamado deporte, por entretención y entrenamiento de sus perros. Asimismo, no tan sólo existen los efectos directos sobre las poblaciones de zorros como su desaparición por muerte, sino que otras indirectas como la transmisión de enfermedades a los zorros como el distemper canino o la tiña, lo que al igual que los efectos directos, les provoca la muerte.
‘‘El abandono animal fomenta la aparición y reproducción de perros asilvestrados que transmiten enfermedades y depredan a la fauna silvestre. Por otro lado, hay perros con tutores que no los mantienen bajo contención y salen a caza fauna’’ señala la médico veterinaria de Punto Pets, Marta Vergara.
El director del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad de la Universidad Católica y Premio Nacional de Ciencias, Fabián Jaksic nos comenta “los zorros, tanto culpeo como chilla, cumplen el papel de depredadores tope en los ecosistemas chilenos, consumiendo mamíferos de importancia zoonótica, como el ratón colilargo, o el conejo europeo, un invasor que compite por comida con especies nativas y propaga hierbas exóticas invasoras. Los zorros están protegidos por la ley de caza en todo momento y lugar.”
El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), ente encargado de fiscalizar y proteger al zorro, se encuentra centralizado en Rancagua y con su oficina más cercana en Santa Cruz. Por lo tanto, en la provincia de Cardenal Caro, se fiscaliza poco y actúan solo en situación de flagrancia. No obstante, toda vulneración a estas especies, es una transgresión a la ley de caza y es infraccionada por el SAG con una multa llamada ADC (acta de denuncia de citación) que van desde las 3 a las 50 UTM, dependiendo de la gravedad de la situación.
Otra irregularidad observada, es menores de edad de localidades rurales manejando armas de caza o personas sin carnet de caza.
Un hecho reciente, ocurrió el 17 de julio, donde el Tribunal de Garantía de Peralillo decretó la prisión preventiva de un sujeto acusado de la caza ilegal de cinco zorros en la comuna de Pumanque.
Por cierto, no son las únicas amenazas. Este último tiempo hay un boom de parcelas en la provincia de Cardenal Caro, las cuales están acabando con el escaso bosque esclerófilo, y se está destruyendo el hábitat del zorro y otras especies. Esto se puede visualizar, especialmente, en Estancia Piraino en Litueche; en Alto Colorado y Pangal, en Pichilemu. Hay débiles planes reguladores que permiten todo.
También, en Chile no existen leyes de tránsito que sancionen los atropellos de fauna nativa. Por lo mismo, no hay señalética alusiva al tema. Algunos autos pasan a gran velocidad y muchos zorros mueren atropellados. Es tal el caso, que a través del Proyecto Fauna Impactada en las Carreteras y Caminos de Chile se han dado a conocer múltiples incidentes de estas dos especies, con atropellos que van desde el extremo norte hasta el sur de Chile, y cuyos números sobrepasan los 180 ejemplares en menos dos años, inclusive con atropellos que en temporada de pandemia, donde el confinamiento ha sido parte de la realidad no ha limitado estos incidentes en carreteras, a pesar de la disminución del tráfico rodado. Es de esperar que a mediano plazo, la pérdida de fauna por causas como la caza o por atropellos se consideren relevantes dentro de las estrategias nacionales para salvaguardar la biodiversidad. El crecimiento de la población conlleva responsabilidades, no tan solo que busquen asegurar espacios y estructuras para mantener a la población, sino también con el medio ambiente, donde debemos de evitar que este pierda su capacidad de autorregulación.