La actividad representa una gran amenaza para el bosque esclerófilo, al eliminarse indiscriminadamente la capa orgánica superficial que resulta indispensable para organismos descomponedores, los cuales aportan nutrientes a las plantas de este importante ecosistema.
Esta actividad ejercida sin control está provocando y acentuando los problemas erosivos en los suelos del secano costero de la región de O’Higgins. La formación del estrato superficial del suelo, de apenas 2,5 cm de espesor, es un proceso que ha llevado varios siglos a la naturaleza. Sin embargo, la acción humana sumada a otros agentes erosivos, pueden destruir esta capa en cosa de minutos. Asimismo, se extraen semillas y el bosque nativo no se puede regenerar. Los suelos desprovistos de hojarasca, permiten el ingreso de las especies invasoras que desplazan al bosque nativo.
El ingeniero agrónomo Gonzalo Arancibia argumenta que la extracción de tierra de hojas disminuye la capacidad de los suelos para retener la humedad por tiempo prolongado, acentuando aún más los efectos de la sequía en la zona central del país. En invierno, provoca riesgos de aluviones.
El viverista de Santa Cruz, Oscar Nilo señala: “afecta considerablemente la biodiversidad de los bosques, altera los ciclos, interviene en la propagación de la flora y elimina una cantidad importante de fauna que cohabita con las plantas del bosque. En Vivero ‘Mi Jardín’, usamos otro tipo de sustratos, como la borra de río, compost, viruta de pino, corteza de pino compostada también”.
La problemática en torno al tema de la extracción de tierra de hojas es una materia que necesita urgente dedicación, debido a que no existe ninguna norma o reglamentación sobre los derechos de uso del recurso tierra de hojas, que impida o regule su explotación y su posterior comercialización.
En noviembre de 2019, con 29 votos a favor, uno en contra y cinco abstenciones, el Senado aprobó las ideas matrices del proyecto que modifica la ley sobre recuperación del bosque nativo y fomento forestal, para tipificar como delito la extracción no autorizada de tierra de hojas, que cursa su segundo trámite.

Tanto los integrantes de la Comisión de Medio Ambiente y Bienes Nacionales como de la Comisión de Agricultura estudiaron en detalle la propuesta respaldando la idea de legislar. La norma establece que “el que sin autorización extraiga tierra de hoja de lugares situados a menos de 400 metros sobre los manantiales que nazcan en los cerros, a menos de 200 metros de sus orillas desde el punto en que la vertiente tenga origen hasta aquel en que llegue al plan, a menos de 200 metros de radio de los manantiales que nazcan en terrenos planos no regados o en pendientes superiores a 45%, será sancionado con multa de 20 a 500 unidades tributarias mensuales y al comiso de lo extraído. Dicha multa deberá ser establecida especialmente en atención a la cantidad extraída”.
En Pichilemu, el tema resulta preocupante, puesto que un 97,11 % de los suelos de la comuna, presentan algún nivel de erosión. Por otra parte, no existen áreas protegidas, que integren el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado. Un 26,66% de la superficie comunal corresponde a bosque nativo, pero no se encuentra protegido y se encuentra tremendamente amenazado con el boom de parcelas de agrado que enfrenta la provincia de Cardenal Caro.

En el contexto de la pandemia, no hay avances en la materia a nivel nacional, y se continúa con la venta informal de tierra de hojas robada de los bosques nativos, de especies como el boldo o el litre. Esto es posible verlo en redes sociales, ferias libres y varios puntos de Av. Comercio.